viernes, 11 de junio de 2010

La Vieja Rosa IV: Otras anécdotas

En esa epoca la pequeña iba a un maternal cerca de la casa, donde la vieja la recogía personalmente, por lo general a las once de la mañana (el horario era hasta las 12:30 p.m.) porque Rosa decidía que ya estaba bueno, que la "muchachita" estaba muy cansada, y que ya eran horas de regresar a su casa. Y así se apersonaba y la sacaba del aula, con toda la autoridad del mundo, dejando a la maestra protestando y hablando sola.
Eran los tiempos donde los chicos del barrio comenzaban a interesarse en mi, a pasar por la esquina de mi casa, y a encontrarse con un "policía" que no permitía el menor cruce de miradas ni palabras. "Esos tígueres de por aquí, si hasta gambaos son los malvados.. mira eso!"... eran sus palabras cada vez que alguno pasaba por el frente. Y así se le quedó el apodo, a todos los muchachos de entre 13 y 18 años de mi barrio: "Los gambaos". (Menos mal que nunca se enteraron).
Cuando cumplí 15 años conocí un muchacho que se había mudado recientemente al barrio, cuya familia venía del interior. Tenía en ese entonces 18 o 19 años, y vino a mi casa por primera vez con su madre y su hermana, para "ponerse a la orden" como nuevos vecinos. La vieja Rosa los recibió, y de ningura manera avisó a mi madre, sino que dijo que la doña no estaba disponible, y que ella le daría el mensaje.
El cruce de miradas de ese momento entre el joven y yo, no pasó desapercibido para Rosa, que inmediatamente comenzó a levantar el próximo expediente, sin siquiera conocer la familia en cuestión... "esa gente son Dominican-York, eso se les ve por encima...". Pero con todo, el joven se las arregló para visitarme, y luego para "pedirme amores" a lo que accedí por un tiempo relativamente corto, ya que era mejor que te cayera gas en la cabeza, que tener un novio que no le cuadrara a Rosa.
Las cosas que tuve que oir... caminó el barrio entero enterandose de todos los pormenores del susodicho, sus compinches, y su familia, para despues entregarme el expediente oral completo. En fin, terminé desencatándome y cortando la relación. Pero no sin antes ponerle claro a la vieja, que era la última vez que le permitía meterse en mis cosas, que yo ya no era una niña, que pronto entraría a la universidad, (entré poco despues de cumplir los 16), que mejor atendiera sus otros cartones (mis hermanas)... bueno, no recuerdo cuantas cosa mas le dije, pero sé que me desahogué. Por respuesta obtuve silencio, que se prolongó por tiempo indefinido, hasta que se le pasó el dolor, pero con el recordatorio de que lo había hecho por mi bien, y que al final se lo agradecería. Y aunque no volvió a intervenir en mis cosas, el tiempo me demostró que la vieja tenía toda la razón.
El último año de bachillerato para mí fue excepcional, podia salir con mis amigas a fiestecitas, al cine, a reuniones para estudiar, de fin de semana con el grupo, etc. Siempre tuve mi agenda bien repartida, y a las espectativas de mi graduación de bachiller se sumó la noticia de que mi madre estaba embarazada, de nuevo.
Mi padre decidió que me iría a estudiar a Santiago, una carrera que a él le encantaba y que "era ideal" para mí.
Entonces me marché de casa, con 16 años, para vivir en una casa de una familia desconocida, dejando atrás el mundo que conocía, y a una nueva hermanita, de apenas 3 meses.