lunes, 21 de abril de 2014

Katia y la oscuridad (2da. parte)

Al cabo de una semana de siete días intensos y siete noches tranquilas, Katia no había vuelto a mencionar el asunto del viejito. Su madre se alegró enormemente. El poder de la sugestión, pensó.
La séptima noche vino personalmente al cuarto de Katia a darle las buenas noches. La niña tenía un ejemplar de Hansel y Gretel  en sus manos.
-Hora de dormir hija
-Espera mami, solo quiero terminar este párrafo.
-De acuerdo.
La madre esperó pacientemente que la niña cerrara el libro, lo tomó y lo dejó sobre la mesa de noche. Antes de apagar la luz de la pequeña lámpara preguntó
-¿Te gusta ese cuento?
Katia la miró seriamente, en realidad se alegraba mucho de poder compartir su pensar.
-No mucho. No comprendo cómo puede haber gente que engañe a un niño para querer comérselo luego.
Su madre se quedó pensativa. Ciertamente los llamados cuentos para niños la mayor parte de las veces solo muestran crueldad. Como era posible criar niños mentalmente sanos matándolos de miedo mediante estas historias tan implacables que revelan los instintos más bajos del ser humano.
-Tienes toda la razón, pero quiero que tengas muy claro que son puras fantasías. Hay otros cuentos mejores y más bonitos, te los voy a conseguir para que tengas lindos sueños después de leer.
Katia le regaló una sonrisa.
-Claro mami, para que me leas como cuando era chiquita.
-¿Quieres decir que ahora eres grande?
Las dos rieron y la madre retiró el libro de las manos de su hija. La besó en la frente y la tapó con las sabanas. 
-Buenas noches, que duermas bien.
Apagó la luz y salió de la habitación, dejando la puerta entreabierta. No acostumbraba a cerrarla hasta no cerciorarse que su hija ya dormía profundamente.
Katia se quedó quieta un momento. Luego se sentó en la cama y abrió el cajón de su mesita de noche. Allí estaba. Tomó la pequeña linterna de baterías y la metió debajo de su almohada, como había estado haciendo cada noche hacía una semana. Y cada noche cuando la despertaba el ruido de la puertecita encima del armario y veía la tenue luz verde salir reflejada por las rendijas, Katia encendía rápidamente su linterna y la dirigía directamente hacia allí. Entonces escuchaba el chasquido de decepción y los pasos de retirada, mientras veía la tenue luz verde extinguirse totalmente.
Esto lo repetía cada noche, alrededor de la una de la madrugada. Naturalmente luego tardaba un poco en volver a dormir.
La tanda de noches en vela finalmente pasó factura. Esa noche Katia no escuchó el ruido de la puerta encima del armario, ni notó la luz verde, ni sintió al viejito caer pesadamente al suelo de su habitación. Esa noche Katia dormía profundamente.
Una figura pequeña y pesada a la vez se acercó a la cama. Quería observar el rostro de la niña dormida una vez más. Lástima que no despertase para jugar con él. No le hubiese importado dejarse ver de ella. Era una niña ordenada. Le gustaban los niños ordenados.  Pero por alguna razón que no comprendía esta niña tenía miedo de él.  No la molestaría, pero tenía algo que hacer y debía hacerlo de una vez. Ya había esperado mucho. Esa luz intensa que la niña encendía nada más sentirlo llegar. Cómo le molestaba. Menos mal que podía ver tan bien en la oscuridad.
Dirigió su mirada hacia la mesita de noche. Allí estaba el cuento que la niña estaba leyendo horas antes. “Brujas” pensó.  “Los humanos siempre transfieren la maldad hacia aquellos seres cuya naturaleza no comprenden. Cuando la verdadera maldad la albergan dentro de ellos… Bueno, no en todos. Esta niña es pura… todavía.”
Abrió la portada del libro, y con mucho cuidado colocó encima la hoja de papel que traía en su bolsillo. Era un papel amarillento y estaba doblado. Lo dejó allí y cerró el libro.
Antes de retirarse observó por última vez el rostro de Katia dormida. Retrocedió unos pasos, y de un salto se colocó en la entrada del pequeño armario de arriba. Giró lentamente y cerró la puerta. La luz verde desapareció detrás de él.
El canto del gallo del patio trasero la despertó. Miró hacia la ventana. Aún era muy temprano, apenas unos rayos de sol iluminaban su cuarto. Pensó en su madre, seguramente aún dormía. Qué bien. Esperaría un rato más en la cama hasta que su mamá viniera por ella como cada mañana cuando tenía escuela. Cerró de nuevo los ojos, y fue entonces cuando supo.
Instintivamente haló la sábana hasta su barbilla y abrió grandemente los ojos. Katia aspiró de nuevo para comprobar si no se equivocaba. Era ese olor de nuevo… ese terrible olor.

(Continuará)



domingo, 13 de abril de 2014

Katia y la oscuridad (1ra parte)

-Mami por favor deja la luz encendida.
-Pero mi hija, si te dejo la lámpara abierta, vas a tardar mucho en dormirte.
-¡Por favor!
-Pero si tú nunca has tenido miedo de la oscuridad,  ¿porqué ahora de repente esa inquietud?
-Yo no le tengo miedo a la oscuridad, pero sé que el viejito tiene miedo de la luz, y si la dejo encendida no vendrá a molestarme.
La madre paró en seco cuando escuchó estas palabras. Estaba a punto de dar media vuelta y salir, sin hacer caso de lo que su hija le decía. Retrocedió entonces.
-Dime mi hija, ¿de cuál viejito me hablas?
La niña se metió hasta los ojos dentro de las sábanas. Se quedó quieta un momento, pensando si su madre le creería. Recordó aquella vez cuando tuvo esa horrible pesadilla, se despertó gritando y su madre vino corriendo a abrazarla. ''Es por ese monstruo tan feo que salió en esa película. No debes volver a verla, aunque diga que es para niños. ¿Ves? aquí no hay monstruos?''. Mami tuvo razón aquella vez, nunca más volvió a tener esos sueños. Pero esta vez era diferente, estaba segura que el viejito era real. Entonces decidió contarle.
-Es el viejito que viene por las noches a despertarme. Parece que quiere jugar, pero no me gusta.
La madre observaba su pequeña niña de 9 años tratando de entenderla. La conoce, sabe muy bien cuando inventa excusas para no dormir, cuando quiere jugar otra cosa o leer en su Kindle. Ahora quería dormir, estaba muerta de cansancio. Entonces decidió poner atención.
-A ver cuéntame. - se sentó en el borde de la cama - ¿desde cuándo viene a verte ese viejito?
-Hace como tres noches.
-¿Y qué hace? ¿Cómo es que te despierta?
Katia señaló al armario.
-¿Ves la pequeña puerta encima del armario? Tarde en la noche, cuando ya estoy dormida, el viejito abre esa puerta desde dentro. En el momento que la abre hace un ruido muy raro y una luz verde sale de allí. Es en ese momento cuando me despierto. La primera vez no lo ví hasta que escuché cuando cayó al suelo después de saltar.
-Ya veo... - su madre mantenía la calma - ¿y te habló?
-No mami, no habla. Solo hace ruidos. Yo no quería que él supiera que podía verlo porque estaba muy asustada. Entonces trataba de no moverme y casi no abría los ojos. Pero el viejito hacía ruidos para que lo viera. A veces toca la perilla de la puerta y le da vueltas,  o toca mis cosas y deja caer algo. Se pone de pie al lado de la cama haciendo ruidos con la boca. También toca la cama y la mueve.
A medida que Katia contaba estas cosas, el corazón de su madre se aceleraba. ''Pobrecita mi hija,  viejito o no, no hay duda de que está viviendo un trauma muy fuerte''.
-De acuerdo, ¿y cómo sabes que no vendrá si dejamos la luz encendida?
-Porque la última vez me levanté corriendo cuando comencé a escuchar el sonido que hace antes de abrir la puertecita, y encendí la luz. Entonces no vino en toda la noche.
-Bueno, ¿y cómo es físicamente? Quiero decir, si está oscuro, ¿cómo sabes que es un viejito?
-Porque la segunda noche que estuvo aquí, no podía moverme pero abrí un poco los ojos. Estaba delante de mi cama parado por donde entra la luz por la ventana. Pude ver sus pies. Anda descalzo y son unos pies pequeños pero muy arrugaditos. Sus manos también son arrugadas, y su ropa es muy vieja y muy gastada. No quise abrir mucho los ojos para verle la cara porque no quise que se diera cuenta que estaba despierta. Pero sé que es pequeño, como de mi tamaño, aunque no es un niño. Además... huele muy feo, como si no se bañara nunca.
Su madre miraba fijamente la puerta encima del armario. Sabía que lo único que podía haber allí eran las maletas de su hija y algunos juguetes viejos. Pero no quería que su hija pensara que no le creía. Tenía que encontrar la manera de tranquilizarla.
Bien...¿sabes qué haremos? vamos a escribirle una nota y la pondremos encima del armario. Le vamos a decir que no es bienvenido aquí, que no nos gusta que nos visite, que por favor se quede en su mundo y no regrese, pero también le vamos a preguntar si ha perdido algo de este lado para que podamos ayudarle a encontrarlo y no tenga que regresar nunca más.
La niña sonrió satisfecha. En ese momento se sentía sumamente agradecida por haber sido escuchada. Vio cuando su madre tomó lápiz y papel y comenzó a escribir. Vio cuando tomó una silla y se subió a dejar la nota dentro del pequeño armario de arriba. Antes de salir su madre la besó.
-Te dejo una luz abierta por esta noche.
Katia durmió placidamente toda la noche, su madre también; y mientras una tenue luz verde salía reflejada por las rendijas del armario de arriba. Una mano arrugada sostenía silenciosamente un trozo de papel. Alguien estaba leyendo.

(Continuará)

jueves, 3 de abril de 2014

Hacer que los niños lean

No es tan difícil, requiere armar un plan maestro, y luego apegarse a él.
Aquí les dejo algunos consejos que me dieron resultado con mis hijos cuando era pequeños:

  1. Nunca compartir el tiempo de lectura con otras actividades, como jugar o hacer las tareas. El tiempo de lectura debe separarse de cualquier otra actividad que el niño practique. En mi caso seleccioné la media hora antes de dormir, ya metidos en la cama, cansados y tranquilos.
  2. Se puede limitar a 15 o 20 minutos diarios. Pero eso sí, lo de diario debe cumplirse al pié de la letra. Salvo por un viaje o algo semejante.
  3. Tener una selección de libros de acuerdo a las edades. Los temas son importantes, pueden ser historias cortas de personajes reales, o cuentos infantiles. Lo más importante es seleccionar historias que realmente dejen alguna moraleja o aprendizaje.
  4. Poner un nombre a este tiempo de lectura para hacerlo interesante. En mi casa lo llamamos 'reading time', y era un momento esperado y respetado.
  5. Dejar que los niños de vez en cuando seleccionen las historias que quieran leer. Si pueden leer por sí mismos, dejarle a cada uno su propio libro por unos minutos. También es divertido ver a los más grandes leyendo para los más pequeños.
  6. Siempre comentar lo leído. Hacer preguntas a los niños sobre lo que han comprendido, y dejar que ellos pregunten también. Explicar y compartir las historias lo hace más divertido para ellos.
  7. Permitir que usen la imaginación, cuando quieran cambiar una historia, dejar que lo hagan.
Esta actividad la realizamos juntos por algún tiempo, diría que entre sus 5 y 9 años, Al crecer los gustos se van definiendo, y luego prefieren que se les deje leer a cada uno el libro que prefiera. Claro, tal vez no todos adquieran el hábito de leer antes de dormir, pero créanme que el amor por la lectura se cultiva en esa etapa. Tengo dos de tres que adoran los libros. ¿Nada mal, verdad? 

miércoles, 2 de abril de 2014

La otra Tierra

''La llamó por su nombre. La niña abrió los ojos, extrañada. Su mirada buscó entre las sombras el origen de aquella voz desconocida, y a la vez familiar. Entonces saltó de la penumbra, y se puso delante de ella tan rápido, que tuvo que estrujar sus ojos varias veces antes de poder fijar la vista. Su rostro irradiaba luz, y sonreía. Era pequeño, como ella, casi del mismo tamaño. Y era hermoso. La niña no había visto antes un niño más hermoso. ¿Qué hacía aquel niño allí?, ¿Por Qué la llamaba?, ¿Quería ser su amigo?... Eran las preguntas que ella se formulaba en su cabeza mientras su corazoncito latía con fuerza…''.

Esta es la historia de Pilar, una pequeña niña de clase media, y sus encuentros con Remy, su ''amigo imaginario'', quien acude en su ayuda en sus momentos de tristeza y soledad. Con cada encuentro con este niño, Pilar vive interesantes aventuras que le dejan un importante aprendizaje. Al crecer, ella no está segura si lo que vivió ha sido fantasía o realidad. ¿Libro para niños?, Más bien es una historia dedicada al niño interior que habita en cada uno de nosotros, para que recordemos cuando, siendo niños, éramos capaces de recorrer el universo, llevando en nuestros corazones el amor y la inocencia en su estado más puro.

http://piroskarodriguez.wix.com/piroskarodriguez



martes, 1 de abril de 2014

The process of self publishing

Definitely making my novel coming out to the light, on my own, it’s been an Odyssey.

There are many details to keep in mind when you commit into a project like this. Even when my computer skills are above average… but thanks to that I have been my own proofreader, Illustrator,   cover and layout designer. Otherwise I would incurred in many expenses, paying to others what I could happily accomplished by myself. But 2 months of battling on the details (way of payment & taxes included, so converting a Word document into a valid format for publishing in amazon.com), I have finished with an annoying pain at the base of my skull, but also with a great satisfaction.

Reasons for self-publishing? Several. The most important: when I discovered authors may only receive 10% of the sale of his work as royalties from editors, I scandalize.  Through auto-publishing an author may earn 30% of sales, maybe more. And the work of promoting a book always will be the same for the author; he/she has to work hard with or without an editor.  
Then, let’s say “the die is cast”.  Later on I will comment on the experience, whether we’ll see the results… or not.

            
Big hug.



lunes, 31 de marzo de 2014

El proceso de la Autopublicación

Definitivamente, sacar mi novela a la luz, por mis propios medios, a sido toda una odisea.
Son muchos los detalles a tener en cuenta cuando te embarcas en un proyecto como éste. Y eso que mis conocimientos de informática están por encima del promedio. Gracias a esto pude ser mi propia correctora, ilustradora, diseñadora de portada y diagramadora. De lo contrario hubiese incurrido en muchos gastos, pagando a otros lo que felizmente pude hacer por mí misma. Pero despues de dos meses batallando sobre los diferentes detalles (incluye: forma de cobro y pago de taxes en USA, lograr que un documento Word se convierta en un formato de publicación aceptable para Amazon, etc.) he terminado con un molesto dolor en la base del cráneo, pero con una gran satisfacción.
¿Razones para auto-publicarme? Varias. La más importante: Cuando descubrí que los autores solo reciben de las editoriales el 10% del valor de su obra me escandalicé. A través de la autopublicación puedes lograr el 30%, quizás más. Y el trabajo de promocionar un libro siempre será el mismo para el autor, tiene que fajarse con o sin Editorial.
Entonces, digamos que la ''suerte'' está echada.
Más adelante seguiré comentando la experiencia, a medida que se vean resultados... o no.

Un abrazo.


miércoles, 17 de abril de 2013

Las Rodríguez (parte I)



A principios de los 70 la vida era realmente bella...sobre todo durante los veranos, cuando mis padres nos ‘’empacaban’’ para ir a pasar las vacaciones a Puerto Plata, a casa de mis primas hermanas.
Eran las semanas más emocionantes e importantes de mi infancia, ya que realmente nos teníamos un cariño entrañable, más de hermanas que de primas. Y el hecho de que mis 3 primas: Raquel, Lidita y Carolina, viviesen en las afueras del pueblo en esa  época, lo hacia mas interesante.  Una casita de campo, rodeada de animales de corral, espacio franco y abierto, libertad y lugares increíbles donde inventar los juegos más inauditos...   La vida quiso que mi tía, la hermana de mi madre, se casara también con un señor de apellido Rodríguez, que no era pariente de mi padre, pero que dio lugar a que siempre le llamara ‘’primo’’, y esto nos colocó a todas  ( muy orgullosamente) los mismos apellidos.  Recuerdo aquel verano cuando Kari y yo nos quedamos alrededor de un mes en el campo con ellos.  Viniendo nosotras del encierro de un apartamento en la capital, el cambio era como estar en el cielo... levantarnos antes que saliera el sol, con el canto del gallo, para ir a echarle maíz a los pollos, perseguir  el puerquito que estaban engordando para diciembre,  salir corriendo a buscar los huevos acabados de poner en el escondite de la gallina cuando salía cacareando (nunca entendí porqué lo anunciaba), era parte de las actividades que disfrutábamos.

También estaba lo de la sana alimentación, diferente, todo de la cosecha local. La mantequilla hecha con la nata de leche de la vaca que se ordeñaba diariamente, la propia leche pura... tan pura a la que nunca en mi vida mi organismo se acostumbró, y a todo el mundo se le olvidaba siempre que yo era alérgica, así, que ‘imaginaos’...

Pero lo mejor de aquella estadía siempre fueron los juegos, los simples, inventados, adorados y casi siempre mal finalizados juegos...  Hay que ver la imaginación que nos gastábamos. Claro, reconozco mi responsabilidad en algunos, pero en estos casos mi prima Raquel me superaba, lo malo es que a la hora de la averigüadera de mi tia del ‘quien fue?’ nadie quería adjudicarse la autoría...
Una de las actividades que más disfrutamos era la de deslizarnos en una lomita que quedaba detrás de la casa, sobre una yagua de palma... era la versión antigua del wakeboarding, pero sobre la hierba, en bajada, y al doble de velocidad. Recuerdo la sensación del estómago pegado al corazón, la adrenalina acelerando los latidos, pero igual nos gustaba, y al sentirnos seguras en la bajada, subíamos corriendo para iniciar de nuevo... a veces tomábamoss turnos, de a una por yagua, otras nos colocamos de dos en dos... de cualquier manera era fenomenal.  Si nos íbamos de boca o nos rompíamos un hueso, no importaba, nadie nos quitaba ‘lo bailao’.

Otra actividad que formaba parte de nuestro ‘’repertorio’’ era caminar alrededor de un kilómetro para llegar hasta una cañada para ‘’pescar’’ camarones... toda una hazaña, levantar lentamente cada una de las piedras dentro del río, para cuando alguno saliera sorprendido, atraparlos al vuelo con una lata o un vaso.  Esta de mas mencionar las horas que teníamos que atender esta actividad para luego regresar con alguna docena de estos infelices, que se supone ‘cocinaríamos’, pero que después de ponerlos a hervir sobre un anafe de carbòn, nadie se los quería comer...  
Un dia se nos ocurriò ( no recuerdo a cual Rodriguez) el juego más interesante y divertido de todos... construir nuestra propia casita de campo a la orilla del rio!  entonces nos pusimos a la obra, todas contribuimos con algún esfuerzo... unas recogieron piedras, otras pencas de cana, otras fueron por palos o ramas...  y después de todo un dia construyendo nuestra nueva casa club, finalmente obtuvimos un diseño más o menos pasable... 4 palos enterrados en   suelo, 4 palos horizontales amarrados sobre estos, techo de cana, asegurado con piedras,  papel de periódico en lugar de paredes... en fin, todo un diseño arquitectónico del cual terminamos muy orgullosas.  Como se había hecho tarde, casi no tuvimos tiempo de jugar dentro de la casita, así que cuando nos llamaron para ir a lavarnos y a cenar, casi cayendo la noche, nos despedimos de nuestro nuevo hogar con un hasta mañana, con todas las ilusiones y la seguridad de que al otro día coronaríamos el juego de nuestra vida...   Al amanecer del nuevo día, la primera que se levantò, como siempre, fue Lidita: ‘’‘vengan muchachas, a desayunarse y cambiarse rápido, que nos vamos para la casita’’... recuerdo que empacamos nuestras respectivas muñecas y juegos de cocina, porque el plan era pasarse toda la mañana allì... por eso no puedo expresar la desilusión tan grande que vivimos, al llegar y ver la obra de nuestras manos destruida, y una señora vaca muy cómodamente sentada sobre los despojos...  creo que la tristeza y el llanto nos durò el resto del día, o al menos hasta que a alguna se nos ocurriò el siguiente juego.

Y el siguiente invento no tardó en aparecer, mi querida prima Raquel que me invita a acompañarla en un paseo en burro.  Yo que nunca en mi vida me había subido en uno, no tardé en entusiasmarme, sin dudar ni un instante de las destrezas de mi primita como amazona... lo que no se me ocurrió pensar, es que el burro había sido ‘’sustraído’’ de la propiedad del vecino, y que de ninguna manera teníamos permiso para irnos a la aventura... y así nos alejamos, montadas en nuestro burro una detrás de otra, muy felices y cantando por el camino que conducía a la autopista. Cruzamos la misma muy tranquilamente, y ya casi avistamos el mar en la bahía de maimón cuando escuchamos unas voces llamándonos a lo lejos... cuando vi al mayoral que venía tras nosotras muy enojado y agitado, entonces supe... Ay!... lo que nos tocó vivir más tarde por esta transgresión, mejor no recordarlo... mejor me quedo con lo bailao del dia del paseo en burro.



(Continuará)